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Después de veinte años de casada, Tatiana, aún joven y hermosa, siente que su matrimonio se ha convertido en una rutina, donde todo el amor y la pasión de años anteriores, ha dado paso a una vida monótona y solitaria. Aparece entonces Diego, un hombre maduro dentro de un cuerpo joven, que logra colmar sus deseos que son inagotables, pero esta relación, que Tatiana trata de ocultar a Manuel, su esposo, desencadena una serie de conflictos en su alma atormentada, que terminan con la ruptura de su matrimonio. Ella decide irse a Italia, donde piensa que encontrará una respuesta a sus inquietudes e inhibiciones y donde también podrá conocer y vivir todo aquello que no conoció antes de casarse. Allá encuentra a Enrico, un pintor bohemio, que transita entre oleos, vicios y corrupción. Después de una relación ardiente que termina con una escena para ella demasiado libertina, conoce a Franco, un hombre algo misterioso, con mucho dinero, que le ofrece una vida demasiado tranquila. Después de mucho luchar contra sus propios deseos y los recuerdos que la hacen seguir amando a Manuel, Tatiana llega a la conclusión de que para el amor no existen reglas morales, ni frenos, ni edad, ni ataduras. Es aquí donde aparece Mauro en su vida. Deseos de una Mujer Casada refleja dos sociedades diferentes. Una donde el machismo parece estar por encima de cualquier razón justificable ante una sociedad llena de mitos y prejuicios. La otra, una sociedad desinhibida, sin barreras morales ni diferencias entre sexos. Dos sociedades que corren paralelas en el tiempo. Una dentro de un ambiente lleno de falsas restricciones morales, la otra dentro de un ambiente demasiado generoso.