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Al cumplir en el 2014 el primer centenario de la apertura del Canal de Panamá, la obra que cambio el destino de muchos países, es importante resaltar que la misma se logró con el ingenio, el esfuerzo, la perseverancia y los sacrificios de miles de personas a lo largo de 500 años desde cuando se concibió la idea de cruzar de un océano al otro. Los chinos estuvieron presentes, cavando, colocando rieles y dinamita, limpiando maleza, cargando rocas, construyendo puentes, sembrando hortalizas ,proporcionando alimentos y productos básicos, llevando agua a los trabajadores, ofreciendo servicios de lavandería dando crédito y brindando apoyo a quienes lo necesitaban. Algunos llegaron en busca de un nuevo comienzo, otros llegaron con la idea de quedarse temporalmente, pero en su mayoría, los inmigrantes chinos se establecieron y adoptaron a Panamá como su patria. Ellos y cada una de las siguientes generaciones ha inculcado en sus descendientes los valores de sus antepasados y el amor y agradecimiento por el país que los acogió. Sus historias y las de sus descendientes panameños deben ser contadas con mucho orgullo a todas las generaciones futuras y al mundo entero.